En los idílicos confines de nuestro cortijo rural, donde la paz se mezcla con los sonidos suaves de la naturaleza, se encuentra Manuela que es la Bambi del Cortijo Rural. Es una pequeña cierva que se convirtió en el personaje entrañable de las vivencias de los niños que visitan el cortijo. La presencia de esta cierva transformó la vida cotidiana en el cortijo, creando momentos mágicos y recuerdos imborrables para los pequeños visitantes conectando con ellos totalmente.

La Bienvenida a una Compañera Inusual

La llegada de la pequeña cierva al cortijo fue como un susurro de la naturaleza. Su pelaje moteado y ojos curiosos la hicieron destacar entre la vastedad verde que rodeaba la propiedad. Los niños que visitan el cortijo, acostumbrados a los patios de juegos convencionales, vieron en ella a una amiga peculiar que, de alguna manera, trajo consigo una nueva forma de aventura.

Juegos y Risas con la Cierva

La pequeña cierva pronto se convirtió en una compañera de juegos para los niños. Su agilidad y curiosidad natural la hacían participar en juegos de persecución suaves y otras travesuras infantiles. Las risas resonaban en el aire mientras los niños corrían detrás de su nueva amiga de patas delicadas, creando un vínculo especial entre la naturaleza y la infancia.

Lecciones de Respeto y Cuidado:

Manuela, que es nuestra bambi en el Cortijo Rural enriqueció la vida de los niños no solo con diversión, sino también con valiosas lecciones de respeto y cuidado hacia los animales. Los pequeños habitantes del cortijo aprendieron a entender las necesidades de su amiga cierva. Manuela se deja que le den el biberón, se acerca a ellos, les persigue y juega con ellos. Enamorada completamente de los más pequeños y demás visitantes.

yoga en casa rural sierra norte de sevilla
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Dando de comer a nuestros animales

Además de Manuela, tenemos ponis, burritos, ovejas y gallinas que añaden una capa única de encanto rural, convirtiendo nuestro espacio en un santuario de armonía y conexión con la naturaleza.

Los ponis, con sus crines ondeando al viento, son la personificación de la gracia en miniatura. Son confidentes de nuestros días, llevando consigo la alegría de las travesuras equinas y la serenidad que solo estos animales pueden ofrecer. Los niños encuentran en ellos amigos leales para cabalgar en pequeñas aventuras imaginarias por los prados del cortijo.

Los burritos, con sus orejas largas y expresiones tiernas, aportan una serenidad calmante al entorno. Su presencia tranquila y amigable se convierte en un bálsamo para el estrés diario, recordándonos la simplicidad y la belleza de la vida en el campo. Acariciar su suave pelaje se convierte en un ritual terapéutico que restablece la conexión con la tierra y sus habitantes.

Las ovejas con su lana cálida y su mirada serena evocan una sensación de comodidad y familiaridad. Observarlas paciendo en los campos verdes nos conecta con ciclos naturales y nos recuerda la importancia de la simplicidad y la paz.

Las gallinas, con sus cacareos alegres y plumaje variado, son las guardianas del patio trasero. Proporcionan huevos frescos y, al mismo tiempo, animan con su presencia animada. Los más pequeños del hogar se deleitan en la búsqueda de huevos, aprendiendo así valiosas lecciones sobre el ciclo de la vida y la responsabilidad.

En conjunto, nuestros ponis, burritos, ovejas y gallinas se convierten en miembros queridos de nuestra familia extendida en el cortijo. Su presencia crea un lazo tangible entre la vida humana y la naturaleza circundante. En sus movimientos y sonidos, encontramos un recordatorio constante de la belleza simple pero profunda que se encuentra en compartir la vida con estos amigos de cuatro patas y plumas.

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